jueves, 21 de abril de 2011

Dieta vegetariana, pros y contras.

Dieta vegetariana, pros y contras.

La dieta vegetariana es una forma alternativa de comer. Consiste en eliminar carnes y pescados de nuestra alimentación. Sus ventajas para la salud son muchas y sus peligros también numerosos si no se sigue un régimen equilibrado y con variedad de alimentos.

Cualquier dieta, incluida la vegetariana, necesita planificación y orientación. Antes de decantarse por este tipo de alimentación, lo mejor es asesorarse y comprobar si el organismo está en condiciones de adoptar un cambio tan drástico de comidas.


UNA DIETA SALUDABLE.
La dieta vegetariana es, en principio, una dieta muy saludable. Entre sus muchas ventajas está la de limpiar el organismo de toxinas, lo que la hace aconsejable incluso si se sigue solamente durante una o dos semanas al año.

El nivel de urea desciende con esta dieta, por lo que es excelente para las personas con problemas renales. Hace bajar los niveles de colesterol y previene la diabetes. Es de gran ayuda para los que padecen artritis reumatoide o problemas cardiovasculares. Tiene propiedades antioxidantes, aumenta la vitalidad, hace perder peso, y embellece la piel y el cabello.

Todos estos milagros tienen que ir acompañados, para materializarse, de un cambio de hábitos. Adiós al alcohol, el café, el té y el tabaco. Y bienvenido al ejercicio y a una forma de vida más saludable.

Una dieta vegetariana equilibrada, completa y bajo supervisión de un nutricionista, es buena para cualquier persona y a cualquier edad. Las embarazadas, lactantes, niños y adolescentes pueden seguirla asimismo sin riesgos siempre y cuando no falte en esta dieta todos los nutrientes necesarios para las demandas específicas de su organismo.


ALIMENTARSE DE VEGETALES

Las razones que pueden llevar a prescindir de alimentos animales son muchas. Algunas religiones milenarias, como la hinduista y budista, rechazan el sacrificio de animales, ya que creen en la transmigración de las almas.

El cristianismo establece a lo largo del año días de abstinencia, en los que no se puede comer carne. Los Adventistas del Séptimo Día defienden el vegetarianismo, mientras que el judaísmo y el islamismo prohíben, entre otros alimentos, la carne de cerdo.

La más extrema y estricta de las dietas vegetarianas es la zen, en especial la que se sigue en sus monasterios, y que se reduce prácticamente a un cuenco de arroz al día.

A mediados del siglo pasado, el vegetarianismo se convirtió en Occidente en una corriente de moda y desde entonces no ha dejado de ser una dieta bastante popular. Algunos la siguen para alimentarse de forma sana, otros como protesta por el trato que se da a los animales de granja, y los hay que sostienen que comiendo únicamente vegetales contribuyen a la conservación del medio ambiente.


UNA DIETA PARA CADA GUSTO

Existen muchos tipos de dietas vegetarianas, empezando por la que elimina las carnes rojas pero no el consumo de aves y pescado.

La llamada vegan prescinde de cualquier producto de origen animal, como lácteos y huevos.

Los vegetarianos macrobióticos rechazan los alimentos procesados por considerar que están contaminados con productos tales como hormonas o radiactividad.

Entre estos tres grandes grupos existen muchas variaciones, como las de los llamados "nuevos vegetarianos”, que siguen dietas con pocas o ninguna proteína animal, adaptadas a sus preferencias personales y más por razones de salud que por principios religiosos o morales.


LOS PELIGROS DEL VEGETARIANISMO

El vegetarianismo no es en sí una dieta más peligrosa que cualquier otra que se siga sin cuidado y orientación.

El principio básico de cualquier dieta es que la adaptación a ella debe ser progresiva y escalonada. No se puede prescindir de golpe de un grupo de alimentos, sino que hay que ir reduciéndolos poco a poco.

El vegetarianismo puede ser perjudicial para la salud, sobre todo en las dietas más extremas. Falta de vitaminas, minerales y proteínas son los problemas más comunes. Esto se traduce en raquitismo, trastornos hormonales, desnutrición, osteoporosis y partos prematuros, entre otros muchos.

Para seguir una dieta vegetariana saludable hay que tener en cuenta aspectos tales como que la combinación de ciertos alimentos, como arroz y lentejas, o maíz y frijoles, es una forma de lograr las proteínas suficientes. También hay que prestar atención a las cantidades de alimentos que se ingieren para alcanzar el aporte necesario de vitaminas y minerales.

Cereales integrales y legumbres, frutas y verduras, frutos secos, grasas vegetales, productos lácteos y huevos, y dulces no refinados son, por este orden, los cinco grandes grupos de alimentos que forman la dieta vegetariana más habitual.

Seguir un régimen vegetariano tiene sus pros y sus contras. Antes de iniciarlo es recomendable asesorarse bien.

viernes, 15 de abril de 2011

La cara y cruz de las grasas


Las grasas son una importante fuente de energía y cumplen funciones tan importantes como la formación de las membranas celulares y el transporte de las vitaminas A, D, E y K. Hay dos tipos fundamentales, las insaturadas, que son las más saludables, entre las que destaca, por sus propiedades cardiosaludables el Omega 3 (EPA/DHA), y las saturadas, cuyo consumo debe moderarse.


 
Las grasas (o lípidos) son la principal fuente de energía del cuerpo humano junto con los hidratos de carbono. Además de almacenar gran cantidad de energía que puede ser utilizada como combustible en el metabolismo, forman parte de las membranas celulares y de otros órganos del cuerpo, y hacen posible que las vitaminas A, E, D y K lleguen a las células.


Las grasas son uno de los nutrientes esenciales para el ser humano. Las grasas son buenas y necesarias para el buen funcionamiento del organismo siempre que su consumo se realice en la cantidad y calidad adecuada.

Las grasas se dividen en dos grupos, las grasas saturadas (principalmente grasas animales) y las grasas insaturadas (vegetales, aceite de oliva, pescado).

Un consumo elevado de grasas saturadas supone dar vía libre a los enemigos de nuestra salud (responsables en parte del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares). Por el contrario, el consumo en la cantidad suficiente de grasas insaturadas constituye un aliado en la prevención de éstas y de otras enfermedades.

Actualmente en España existe un consumo excesivo de carnes, embutidos, bollería industrial y platos preparados, lo que contribuye a que en nuestro organismo exista un desequilibrio alimenticio, con una excesiva ingesta de grasa saturada frente a una disminución en el consumo de grasas insaturadas

Son básicamente las grasas insaturadas y se encuentran fundamentalmente en las grasas de origen vegetal (aceite de oliva virgen) y en el pescado (Omega 3), y su consumo regular es indispensable para mantener una dieta saludable y equilibrada.

Una alimentación rica en ácidos grasos insaturados disminuye el riesgo de padecer muchas enfermedades, especialmente las cardiovasculares. Su consumo habitual constituye un remedio eficaz para reducir el nivel de colesterol y de triglicéridos en sangre, y contribuye a regular la presión arterial.

La población española debe poner especial cuidado en favorecer una dieta rica en ácidos grasos insaturados, ya que las enfermedades cardiovasculares son la causa de la mitad de las muertes que se producen en nuestro país.

Los nuevos estilos de alimentación de los hombres y mujeres españoles poco tienen ya que ver con la dieta saludable de nuestros abuelos, propia de la cultura mediterránea, esto ha hecho que se pierda la dieta rica en ácidos grasos insaturados pasando a un segundo plano en favor de una con exceso de grasas saturadas.


Su consumo es necesario para el correcto funcionamiento del organismo humano, pero de forma muy limitada. Si se ingieren en exceso, los ácidos grasos saturados aumentan el nivel de colesterol y reducen la capacidad del organismo para eliminarlo, elevando el riesgo de aparición de buen número de enfermedades, fundamentalmente las cardiovasculares.

Las encontramos fundamentalmente en la carne, y aceites de coco y de palma. Pese a que estos aceites son desconocidos en la cocina española, lo cierto es que están presentes en gran parte de la bollería industrial que habitualmente ingerimos, y en otros alimentos que compramos ya preparados.

La comunidad científica internacional y las autoridades sanitarias coinciden en señalar la necesidad de reducir el consumo de este tipo de grasas a favor de una mayor presencia en la dieta de las grasas beneficiosas para la salud humana, los ácidos grasos insaturados.

Una dieta que incluya de forma regular todos los nutrientes necesarios en la cantidad adecuada nos protege de la aparición de numerosas enfermedades.

Pese a que nuestra salud está influenciada por los estilos de vida actuales, podemos y debemos incidir nosotros mismos en mejorar nuestra alimentación y convertirla en saludable y equilibrada.

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